Imanes

 El otro día mientras estaba tirada en el pasto me puse a analizar estos últimos 3 años de mi vida.  Es abismal ver todas las personas que pasaron por ella y, más aún, ver todas las personas en las que en algún momento me fui convirtiendo. Sin duda alguna, en la mayoría de todas ellas estabas vos y claro que, en alguna que otra personalidad que tuve, estaba adaptada a la tuya o a la que vos querías. 

Mientras me reía sobre las veces que intentaba ser, recordé cierta vez cuando era chica jugando con imanes. Me parecía sorprendente cómo era que se podían pegar a cualquier superficie metálica menos a la que yo quería. Hacía fuerza tratando de que encajen entre sí, pero era en vano. ¿Qué es eso que hay en el medio?, ¿Por qué no puedo lograr que se junten si estoy haciendo fuerza y poniendo todo de mi para que lo hagan?, ¿A caso es el aire que hay entre sí o soy yo la que no tiene suficiente fuerza?. Repetía ese acto una y otra vez esperando a que, en una de esas, los imanes se agoten y por fin se logren unir. 

Quería tanto verlos juntos que parecía ser mejor el forzar y seguir intentando. Quizás eso mismo pasó con nosotros hace mucho tiempo; tu personalidad y la mía ya no encajaban. Viendo hoy desde afuera, dudo que alguna vez eso haya pasado, pero bueno, supongo que son efectos colaterales que tienen el estar enamorado. 

Que loco, ¿No? Pasados doce años, seguí cometiendo el mismo error una y otra vez. Claro que cuando era chiquita era simplemente eso: una niña, y ahora ya no lo soy. Me sorprende que sabiendo el por qué los imanes no pueden unirse, yo seguía intentando. Me sorprende que ya teniendo la cabeza suficiente como para analizar cosas obvias, no fui capaz de aceptarlo. Me sorprende que aún viendo todas tus actitudes, yo te seguí apoyando,

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Voces.

Última partida

Tu último recuerdo