Entradas

Mostrando las entradas de 2021

Quizás algún día

Quizás algún día podamos volver a encontrarnos en aquella terminal. Esa misma que vos tanto conoces porque es tu ciudad, y esa que yo tanto conozco de tanto turistear.  Quizás algún día volvamos a vernos y te vuelva a mirar. Nos vamos a reír como si nada nunca hubiese pasado y me vas a preguntas “¿Cómo estas?”.  Ese día quizás te diga “Tenías razón, algún día el destino nos iba a cruzar” recordando las mil y una noches de llanto y tristeza que tuvimos que pasar.  Quizás algún día volvamos a vernos de la forma más casual, pero mientras tanto me quedo acá sin espera alguna de lo que podría ser o lo que nunca vendrá. Quizás ese día entre risas te diga que aunque me alejé por mi bien nunca dejé de recitar, y si es que aún queda una mínima confianza te contaré de la cantidad de veces que me endulzaron los oídos y específicamente de la vez que quise con amor a alguien que también lo sentía. El amor a veces puede ser fugaz y pasajero, otras permanece al lado tuyo aunque intentes desterra

Te quiero

No se si es poco o mucho el hecho de escribirte en una hoja de papel. "Con vos estoy cómoda", Quizás te lo dije en más de un amanecer; Quizás repetirlo logre reforzar todo lo que desde que te conocí, te demostré. El quererte no es un secreto y menos cuando te tengo frente valorandome. Porque te quiero a las 3 de la mañana, y me di cuenta Que a las 6 también. Te quiero porque elijo la compañía de tu piel, Aún amando estar conmigo misma también. 

A veces pienso

  A veces pienso que vos pensas en mí. Que por algunas noches te llega el recuerdo y no te deja dormir y por otras te mantiene despierto el miedo a cerrar los ojos y volver a verme ahí. A veces pienso que todavía no podes sacarme de ahí; que tu cabeza te trae recuerdo de lo que algún día te hice sentir. A veces pienso que soy una egocéntrica y que todo gira en torno a mí, pero no es casualidad que me despierte aleatoriamente por las noches sintiendo que me sentís. Quizas no sea así, y lo acepto. Comprendo que es algo con lo que puedo vivir, pero no con el hecho de que quizás sea yo quién todavía no puede terminar de arrancarte de sí. No es que no te haya olvidado, al contrario, ya ni recuerdo lo que vos generabas aquellos dias de abril. Pero que irónico que otra madrugada este sentada apreciando una vorágine que no logra partir. Ironías y cafeína, dos términos que detesto desde que dejé un pozo sin cubrir en lo más profundo de mí. 

"Golden Hours"

 Mirando el reflejo que reposa sobre el vidrio del espejo recordé las tardes doradas en las que solíamos hablar: Las "Golden Hours".  Yo apresurándome para sacarme la mayor cantidad de fotos y vos riéndote de mi llanto histérico al no encontrar la pose con perfil perfecto.  Horas doradas, tiempos dorados que quedaron como recuerdos. Añoro esos momentos dónde no existía el resto. Dónde solo éramos vos y yo matando el aburrimiento con música y nuestro "amor sempiterno".
 Algunas tardes mientras estoy sentada bajo la sombra de algún caluroso día de verano me pongo a pensar en lo efímero que resulta el vivir, el estar y los momentos de la vida en general.  Recuerdo cada una de mis promesas jurando que nada nunca cambiaría, o bueno, así lo prefería. Tan sólo me rio al verme ahora en el mismo lugar, pero sin jurar más nada.  Recuerdo haberte jurado bajo las estrellas que éramos eternos. Y lo éramos. Paradójicamente prometí no volver a jurar, pero te juro que sí lo éramos. Fuimos finitamente eternos a los momentos y a esos lugares.  Que raro se siente revivir una finidad eterna sin vos acá porque el transcurso del tiempo sigue al igual que las personas, estaciones y los lugares que visitamos cuando Buenos Aires te tocó visitar. Todo sigue en movimiento menos nuestra afinidad.  Eternidad, afinidad, felicidad... todo parece concordar, menos vos y yo. ¿Y si eso jamás pudo funcionar? Y estoy de nuevo, que de nuevo ya no tiene ni pizca de novedad, sentada acá.
A esta altura hasta la luna perdió la cuenta de todas las veces que le hable sobre vos.  Ya perdí la cuenta de todas las veces que me encontré en el patio de casa pensando en nosotros y todo lo que fuimos.  Ya perdí la cuenta de cada una de las madrugadas que esperé que algo cambiara, pero esperando me quedé mientras riendo esperando que me de cuenta estabas vos. 

Viejas tardes de soledad

 Aún con el corazón roto y el alma en la mano puedo decirte que todavía te quiero.  Sí, todavía te quiero a pesar de que me hayas partido en dos. Descubrí que mi cariño por vos siempre fue infinito. Creo que después de mil peldaños, portazos, mil llantos y ruido, siempre estuve ahí.  Me pregunto si aún pensarás en mi. ¿Te sentaste a pensar en los momentos que pasamos juntos alguna vez? ¿A caso el recuerdo de mi sonrisa no te hacia pensar? quizás ya mi voz no resuena dentro de tuyo.  ¿Por qué la tuya sí sigue resonando en mi cabeza? En las tardes de soledad me encontré riéndome de los viejos chistes internos que algún día tuvimos "Pol qué? No hay polque".  y tu voz junto a tu risa automáticamente vuelve a darme vueltas como la primera vez que la escuché. 

Desde que te fuiste

Desde que te fuiste todo cambio escribiría por ahí. Bueno, no cambio nada (o casi nada) a mi alrededor, pero si cambie yo, pero supongo que eso es motivo suficiente para sentir que todo cambio.  Desde que te fuiste todas las rutinas dejaron de ser rutinas. Desde que te fuiste descubrí las mañanas al aire libre, la tecnología ya me resulta irrelevante y los videojuegos ya no captan mi atención; desde que te fuiste ya no dedico mi tiempo a cosas insanas.  Desde que te fuiste lloro menos y suelto más (incluida tu ausencia); aprendí a hacer del dolor un talismán que cura, aprendí a ya no aduelar(te). Desde que ya no estas, deje de culparme por mis errores y comencé a festejarlos junto con mis logros. Después de todo son mi razón de ser, ¿o me equivoco? Deje de ver el gris como un color sólido y aprendí a crear colores vibrantes.  Desde que te fuiste entendí que todo es perspectiva y que esa vida no era para mi. Aprendí a quererme y  a valorarme, y como si eso fuera poco, creo que soy mi pr

Imanes

 El otro día mientras estaba tirada en el pasto me puse a analizar estos últimos 3 años de mi vida.  Es abismal ver todas las personas que pasaron por ella y, más aún, ver todas las personas en las que en algún momento me fui convirtiendo. Sin duda alguna, en la mayoría de todas ellas estabas vos y claro que, en alguna que otra personalidad que tuve, estaba adaptada a la tuya o a la que vos querías.  Mientras me reía sobre las veces que intentaba ser, recordé cierta vez cuando era chica jugando con imanes. Me parecía sorprendente cómo era que se podían pegar a cualquier superficie metálica menos a la que yo quería. Hacía fuerza tratando de que encajen entre sí, pero era en vano. ¿Qué es eso que hay en el medio?, ¿Por qué no puedo lograr que se junten si estoy haciendo fuerza y poniendo todo de mi para que lo hagan?, ¿A caso es el aire que hay entre sí o soy yo la que no tiene suficiente fuerza?. Repetía ese acto una y otra vez esperando a que, en una de esas, los imanes se agoten y por